lunes, 4 de septiembre de 2017

AL SANTO CURA DE ARS, ORACIÓN CONTRA MENTIRAS; CALUMNIAS Y DIFAMACIONES


Glorioso San Juan Maria Vianney,
bendito y humilde cura de Ars,
para ti terminaron ya los trabajos,
 esfuerzos y dedicaciones
en tu misión cada día más ingrata,
más llena de amarguras,
mas desde el seno de tu reposo
escucha a los obreros de la salvación
implorar tu patrocinio.
 
Pasaron ya, ¡oh San Juan María Vianney!
los primeros años de tu ministerio de los que decías:
 
“Esperaba de un momento a otro ser suspendido
y condenado a terminar mis días en las prisiones.
 
En aquel tiempo se olvidaban
de comentar el Evangelio en los púlpitos
y se predicaba sobre el pobre cura de Ars.
¡Oh, cuánta cruz debía yo sobrellevar!...
¡Me abrumaba tanto que casi no lo podía soportar!
 
Comencé a pedir el amor de las cruces;
entonces fui feliz”.
 
A aquellos a quienes la paciencia
amenaza doblegarse
ante la persecución y las calumnias,
repíteles las palabras que tu decías
a uno de tus predecesores:

“Amigo mío, haz como yo.
Me enfadaría si Dios fuese ofendido;
más por otra parte,
me alegro en el Señor de todo aquello
que Él permite se diga contra mí,
porque las condenaciones del mundo
son bendiciones de Dios.



Las contradicciones nos colocan
al pie de las cruces
y las cruces a la puerta del cielo.
 
¿Acaso el que huye de la cruz,
no huye de Aquel que quiso ser clavado en ella
y morir por nosotros?
 
¡Qué la cruz haga perder la paz!
Es ella la que ha dado la paz al mundo,
y la que debe llevarla a nuestros corazones”.
 
Ayúdame a perdonar a mis ofensores,
bendito santo mío,
no permitas que la calumnias, las malas lenguas,
las mentiras y difamaciones,
hagan mella en mí,
procúrame que no trastoquen mi vida,
ni mi cuerpo, mi alma y mi espíritu
para que pueda mantenerme en la serenidad,
libre de odios y deseos de venganzas,
y con un corazón libre de rencores
que pueda presentar ante Dios,
Padre y Señor nuestro
lleno de amor y gratitud.
 
Tu que fuiste perseguido,
líbrame de persecuciones,
tu que fuiste humillado,
líbrame de la humillación,
tu que tuviste un corazón puro y noble,
ayúdame a mantener el mío
lleno de bondad y compasión.
 
Por Cristo Nuestro Señor,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
Amén.


 


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