Gloriosos San Cipriano y Santa Justina,
servidores y mártires de Dios nuestro Señor,
por el honor de la Santa Cruz de Dios
ente vosotros acude este vuestro devoto
para solicitar vuestra ayuda y favor.
Que todas las malas obras
sean atadas y anuladas;
que no dañen ni perjudiquen
a las 72 lenguas que se hallan repartidas
por todo el mundo;
que cualquiera que haga el mal
sea maldito y excomulgado;
y por las oraciones de los ángeles buenos,
sea absuelto este servidor vuestro,
toda mi casa, y que todos los habitantes
y todas las cosas que hay en el mundo
sean libradas de toda clase de maleficios y hechizos,
que hacen muchas y malas mujeres;
por el nombre de Dios que bajó sobre Jerusalén,
y por todos cuantos se reúnen
ante la presencia de Dios,
tan alto y tan altísimo Creador nuestro,
para que el diablo maldito
no tenga poder para tratar ni maltratar
a cualquiera que tenga sobre sí,
o lleve, esta santa oración,
para que esté segura
y no tenga melancolía su persona,
ni de noche ni de día,
ni en su estado ni en su familia,
por la excomunión de los Santos Pedro y Pablo,
por las santas oraciones,
por los santos profetas y las santas profecías,
por la humildad de los religiosos,
por la hermosura de Eva
y por el sacrificio de Abel,
por Dios que vendrá en el Juicio
y por la castidad de José,
por la bondad de Josafat,
por el juicio de Noé,
por la fe de Abraham,
por la fidelidad de Isaac al cual liberó Dios
y por la de Job,
por la oración y hermosura de San José,
por el nacimiento de Moisés
y por todos los santos Angeles,
por el sacrificio de Josafat,
por las lágrimas de Jeremías
y por las del glorioso Zacarías,
por el Profeta de los profetas,
por aquel que duerme
alabando a Dios nuestro Señor.