¡Oh santa Ana, de Bersabé de Judea,
bendita fiel y amantísima esposa de San Joaquín,
que por tu bondad, humildad
y estricto cumplimiento
a la ley promulgada por Dios a Moisés
en el Monte Sinaí, fuiste la elegida
en las primicias de tu vejez,
para ser madre de la más pura
y bendita de todas las mujeres,
quien había de ser madre
del Redentor del Mundo.
¡Oh Gloriosísima Santa,
abuela de Jesucristo,
a ti clamo y a ti ruego
para que así como tu súplica
fue atendida por Dios
para satisfacción tuya y de tu Santo Esposo,
intercedas por mí
que también me encuentro rodeado
de deudas y miserias,
agobiado por incertidumbres y tribulación
que me hacen día a día difícil la existencia.