Para romper la cadena
que labró mi ceguedad,
consiga tu gran piedad,
¡Oh María Magdalena!
Con un alto desengaño,
y vivo conocimiento,
penetró tu entendimiento
del falso mundo el engaño;
porque del eterno daño
no me congoje la pena:
consiga tu gran piedad,
¡Oh María Magdalena!
A Cristo ansiosa buscáis
en casa del fariseo,
y hecha de sus pies trofeo,
amante y fina lloráis.
Si el grande amor que mostráis
nuestra flojedad condena:
consiga tu gran piedad,
¡Oh María Magdalena!
Con lágrimas de dolor
los sagrados pies lavaste,
y con el pelo enjugaste
del tierno llanto el licor,
pues de Jesús el amor
tanto a tu alma enajena:
consiga tu gran piedad,
¡Oh María Magdalena!