Bienaventurada duquesa de la Gran Polonia,
Santa Eduvigis, piadosa y humilde,
sostén de los pobres, y fundadora
de numerosos hospicios para darles sostén,
que llegado al término de tu destierro,
y teniendo noticias del día
en que emprenderías tu tránsito a la eternidad,
te previniste con los Santos Sacramentos
y empuñando la imagen de María Santísima,
que quisiste te acompañara en el Sepulcro,
como en vida te había acompañado,
por la cordial devoción que desde tu niñez
profesaste a la gran Señora,
esperaste al Esposo,
el que con la comitiva de los cortesanos,
vino a recibir tu espíritu
y pasando por una preciosísima muerte
a lograr el premio de tus virtudes,
comenzaste a reinar con tu Esposo en el Cielo.
Hoy que en la gloria resides,
contemplándote en Dios,
y prestando ayuda al mundo,
que fue teatro de tus piedades,
no apartes de él tus ojos,
pues son tantas nuestras miserias,
que clamamos a ti para que nos des remedio.
Sientan, pues, los enfermos, los desvalidos,
los endeudados, los sin techo,
los efectos de tus compasivas entrañas,
a las que confiado hoy recurro,
en las circunstancias presentes,
que son graves y desesperadas:
(Exponer el problema y hacer la petición)
Esperando el consuelo que pido
para mayor gloria tuya,
como intercesora y abogada mía,
ante Dios nuestro Señor,
dejo mi súplica a tus pies.
Amén.
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