Señor mí Jesucristo,
Hijo amadísimo de Dios Padre,
Rey de toda la Creación,
Corazón flamígero de amor y paz:
Tu fuiste quién dijo:
"pedid y recibiréis, buscad y hallaréis"
Mírame hoy, aquí postrado a tus pies
con una fe viva y llena de confianza
en todas las promesas que hiciste a la Humanidad,
dictadas por tu Sagrado Corazón
y pronunciadas por tus labios adorables.
Yo, tu humilde siervo
vengo a suplicarte:
(aquí se pide la gracia que se desee).
¿Aquién puedo dirigirme si no a Vos,
¿Aquién puedo dirigirme si no a Vos,
cuyo cerrazón es una fuente inagotable
de toda clase de gracias y méritos?
¿Dónde buscaré si no en el tesoro
que contiene la riqueza
de vuestra clemencia y generosidad?
¿Dónde llamar si no a la puerta
por donde vamos a Dios?
A ti, pues, ¡oh, Divino Corazón de Jesús!
A ti, pues, ¡oh, Divino Corazón de Jesús!
recurro en este momento de aflicción,
en ti encuentro consuelo en mis penas,
protección cuando soy perseguido,
fuerzas cuando estoy abatido,
y recibo tu luz en mis dudas y tinieblas.
Creo firmemente, Jesús mío,
que puedes derramar sobre mí
la gracia que imploro, aunque para esto,
fuese necesario un milagro.
Tú, únicamente tienes que desearlo
y mi ruego será concedido.
Reconozco, milagroso Jesús mío,
que no soy digno de tus favores,
pero esto no es motivo para desanimarme.
Tú eres el Dios de las compasiones
y no rechazas al corazón contrito y humillado
que llega a ti con confianza.
Yo imploro de tu compasivo corazón
que encuentres en mis miserias y flaquezas
un motivo justificado y oportuno
para concederme mi petición.
¡Oh! Sagrado Corazón de Jesús,
¡Oh! Sagrado Corazón de Jesús,
cualquiera que sea tu decisión
con referencia a mi súplica
nunca cesaré de adorarte, alabarte,
amarte y servirte toda mi vida.
Sírvete Señor,
con este acto de perfecta sumisión,
que hoy te ofrezco, con humildad,
para declararme como devoto y siervo
a tu amoroso y todopoderoso, Sagrado Corazón,
en el que confío plenamente
para la salvación de mi alma.
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